Carta de una adicta

Hola, me llamo María Luisa y lo confieso: soy adicta a mi teléfono móvil.

Más allá de la broma sí quería reflexionar un poco en primera persona de los cambios que me ha supuesto el ir cargando cada día este pequeño y simpático aparatito y como siento que esto ha ido influyendo poco a poco en mi forma de comunicarme ; una situación a modo de ejemplo.

Un día cualquiera quedo con mi amiga Macarena. Me llega un mensaje:
     «ey yego 10 m tard»
Pienso, bueno entonces puedo aprovechar y pasar de camino al súper y pillar x. Cuando en el súper hay mucha cola, me doy cuenta de que voy a llegar yo más tarde que la nueva hora, así que mando otro mensaje.
     «llgare 10 mn trd»
Cuando llego tengo dudas de en que parte de la calle quedamos y la llamo. Por fin logramos vernos. Subo al coche y empezamos a hablar. Mientras me cuenta que está fatal porque ha discutido con la gente de su casa con una historia… ¡me llaman! Suena, eso sí con la canción que me han pasado por el BlueTooth, chulísima. Num desconocido, y como curro en antirepresivo, pienso «tengo que cogerlo».
     «Perdona, tengo que contestar.
     — Li truquem de la Biblioteca Vapor Vell, per recordar-li que té un llibre en préstec des de fa mes d´un mes, cuelgo.
     — Lo siento guapa, era una tontería.»
Retomamos la conversación, ahora hemos cambiado de tema y Macarena me cuenta que además se siente a ratos sola porque…
     «¡Bipbipbip!, vuelve a sonar el teléfono.
     — ¡Mierda!
Bueno contesto, es un colega para que quedemos otro día, lo cojo para decirle:
     — Guapo ahora no puedo hablar, llámame en dos horas.»
Y me siento orgullosa de haber logrado esquivar la llamada y volver a la conversación. Ahora hablamos de otra cosa, la asamblea del otro día en que no nos entendimos con el tema de…
     «¡Bipbipbip!, y vuelve a sonar el móvil.
Que solicitada estoy hoy, pienso, es mi abuela la acaban de operar y después sera muy tarde para llamarla, total que contesto.
     — ¿Qué tal abuela, como te ha ido en el postoperatorio?…
Mientras mi amiga agobiada me hace señas para que la ayude a aparcar porque acaba de sacarse el carnet y yo le voy indicando como puedo.
     — Tía así le das por la izquierda.»
Mientras intento hablar con mi abuela que está a miles de kilómetros de distancia y darle ánimos. Bueno por fin cuelgo, ahora hablamos de otro tema. Vuelve a sonar un móvil, esta vez el suyo, empieza una conversación larga y privada mientras yo aprovecho para llamar para confirmar la hora de la asamblea de después y al colgar me doy cuenta que ya es la hora de irme y así me despido de mi amiga sin tener muy claro si hemos llegado a hablar de algo o no, si me he enterado de como estaba realmente y mezclando trozos de la información asamblea, convivencia, soledades, con mi abuela, rellamar a quien me llamó en las últimas dos horas y acordarme de llevar un libro a la biblioteca.

Esta historia es la suma de situaciones que me han pasado y que he vivido con mi gente. Estar contando algo que es importante para ti y que la otra persona te corte porque le suena el móvil. Intentar mandar un SMS disimulado mientras le preguntas a alguien como está. Estar en situaciones esquizofrénicas de estar haciendo mil cosas mientras alguien te habla al otro lado de la linea… Y con estas y otras cosas voy sintiendo una dependencia que he ido creando casi inadvertidamente. Algo casi físico. Coger el teléfono sin que haya sonado porque tienes la musiquilla metida en la cabeza y te sobresaltas cuando el de la mesa de al lado tiene el mismo tono. El agobio cuando sales del baño corriendo para coger el móvil y no llegas a tiempo. Perder el teléfono y sentirte desconectado del planeta y pensando «joder y ahora me tenía que llamar nosequién, y si pasa esto no me voy a enterar». Y asociar cuántas veces ha sonado hoy para medir tu vida social.

El sentimiento de que además esta manzana envenenada va muy relacionada con tu afectividad y con compartir tus alegrías y penas, porque tiro de móvil cuando estoy de bajona, si llego y no hay nadie en casa y necesito charlar, los días de resaca, si me acaba de pasar algo chungo pero también cuando apruebo el examen de conducir, los resultados médicos, la prueba de acceso aprobada, los juicios ganados y la salida de alguien del talego.

¿Y cómo funcionábamos antes? ¿Cómo ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, de quedar, de encontrarnos y desencontrarnos? ¿Y qué espacio dejamos a lo imprevisto, a vivir lo que estás viviendo y no mil cosas a la vez? ¿Y cómo afecta a nuestra capacidad de escucha? ¿Y en la lucha contra los tiempos, qué nos impone la máquina, qué papel juega el aprovechar el tiempo, el productivismo, el ser siempre localizable y el que nuestros afectos pasen por Movistar, Orange o Yoigo?

un móvil quemandose

¡Cuidado! Escribimos este texto en el 2010.

Desde entonces ha cambiado muchísimo el panorama tanto tecnológico como social de la telefonía móvil. Por ejemplo, era antes del uso generalizado de los smartphones :)

Nuestras reflexiones quedan entonces en gran parte anticuadas, sobre todo las partes técnicas.